¡Ay, el romance histórico! ¡Cómo lo disfruto!
Es mi género predilecto, el que me hace suspirar entre líneas y desear a un lord para mí. Un género que me ha acompañado por más de ocho años desde que lo descubrí, y del que no me he alejado por mucho tiempo.
Aunque últimamente encontrar una buena historia, de esas novedosas y atrapantes, resulta ser como buscar una aguja en un pajar.
La chispa que acompañaba a nuestro género se ha vuelto opaca con el tiempo. Pero no ha muerto. Nunca ha muerto.
Encontrarlas no es fácil. No por falta de talento entre las escritoras, no. Talento y creatividad abundan, y la destreza narrativa tampoco les es ajena. Pienso que se debe más al hecho de que ha sido un subgénero bastante explotado. Desde mediados de los ochenta, el boom de la novela romántica histórica ha sido tan grande que una gran cantidad de los bestsellers pertenecen a este género. Las autoras también son muy variadas y cada una tiene un sello distintivo.
Ese "boom" también significa que el género se ha desgastado. Las historias ya no son tan frescas ni chispeantes como antes. Para cubrir la poderosa demanda, a las autoras se les ha pedido prácticamente que publiquen cada año, en especial las sagas y series interconectadas para generar el famoso "cliffhanger" y asegurar el interés por el próximo libro.
Seré sincera: la calidad ha cedido ante la cantidad, algo nada raro en el mundo consumista en el que vivimos. Y no me malinterpreten: cobrar por lo que haces no está mal; no culpo a ninguna por ello. Es más, si tuviera la creatividad y el talento que tienen estas guerreras, yo misma lo haría. Pero no fui bendecida con ese don.
Solo que siento que ya los libros no se hacen con el amor y la dedicación de antes.
Seamos realistas: ¿los últimos libros de Julia Quinn, Lisa Kleypas o Sarah MacLean se parecen a los primeros? ¿Podemos comparar sagas maravillosas como Bridgerton, Las Floreros, Amor por Números o Escándalos y Canallas con algunos de los últimos títulos?
¿Algún protagonista masculino del calibre y peso de Lord Sebastian St. Vincent? ¿O alguno de los Bridgerton (Colin, Anthony, Benedict)?
¿Recuerdan aquellos tiempos de “Y entonces él la besó”, “El día de la duquesa”, “Esposa por la mañana”?
Si solo fueran esas tres autoras, vaya y venga; para gustos, los colores. Pero he notado que ocurre lo mismo con la gran mayoría.
Amanda Quick, Johanna Lindsey, Laura Lee Guhrke, entre otras.
Otras, increíblemente talentosas, cuyo trabajo admiro, sigo y espero con ansias, no publican con tanta frecuencia: Jane Kelder, Alexandra Risley, Lizzy Bronte, Kristi Ann Hunter, Julianne Donaldson.