¿Por qué siempre los mismos clichés en las novelas románticas?

Hace un tiempo solté un post que pegó duro sobre los estereotipos femeninos en las novelas románticas. Me reí (con cariño, obvio) de cómo estas historias parecen atrapadas en un molde donde las mujeres solo tienen “bocas hechas para el pecado” y “curvas pecaminosas”. ¿En serio, autoras? Somos nosotras, las que devoramos estos libros como si fueran chocolates en plena dieta, y aun así, las protagonistas parecen sacadas de un filtro de Instagram. No todas somos diosas intocables, ni queremos serlo. Queremos vernos en esas páginas, con nuestras ojeras mañaneras, nuestros dilemas reales y, sí, nuestras imperfecciones. Porque, seamos sinceras, la variedad es el verdadero placer, y leer lo mismo una y otra vez cansa más que repetir la misma playlist en Spotify.
Lo más loco es que las autoras, mujeres como tú y yo, parecen obsesionadas con vendernos estas fantasías ultraidealizadas. ¿Dónde están las protagonistas que se queman la lengua con el café, que no saben qué hacer con su vida o que no tienen curvas de portada de revista? Si somos nosotras las que compramos estos libros, ¿por qué no nos dan algo más fresco, más real? Y no solo hablo de las mujeres, porque los galanes de estas novelas también merecen un buen sacudón. Vamos a desmenuzarlos, que aquí hay tela para cortar.
Los galanes imposibles: un desfile de clichés masculinos
En las novelas románticas, los hombres tienen un estándar tan alto que parecen salidos de un casting para Thor. Olvídate de calvos, flacos, bajos, gordos, mayores o —¡herejía máxima!— pobres. No, amigas, aquí solo hay Apolos con abdominales de gym 24/7 y billeteras más gordas que un sándwich de milanesa. Vamos con los sospechosos habituales:
-El gánster con corazón de oro: Ay, el chico malo que nos hace suspirar como adolescentes en un concierto de Bad Bunny. Fuerte, tatuado, con una infancia rota que justifica sus banderas rojas tamaño estadio. Las autoras nos lo pintan como un Ares de mirada penetrante, víctima de su pasado, listo para ser “salvado” por el amor de la protagonista. ¿El plus? Ella no solo es su pareja, sino su terapeuta gratis. ¡Dos por uno, qué ganga! Pero en la vida real, estos “gánsteres” son más bien Brayans y Kevins que piden fiado en la tiendita, no capos de cárteles con cuentas en Suiza. La romantización del crimen me da escalofríos, pero confieso
Los abusadores con licencia (tipo Christian Grey): Hubo un tiempo en que todas queríamos un Christian Grey que nos amarrara al poste de la cama. ¿El problema? Muchas autoras cruzaron la línea entre lo sexy y lo creepy nivel película de terror. Estos tipos no aceptan un “no”, acosan a la protagonista “por amor” y montan escenas que harían a Hitchcock aplaudir de pie. Pero claro, como son millonarios, apuestos y con una dotación de “infarto”, todo se les perdona. En la vida real, eso es acoso y punto. El machismo solo se tolera si viene con un jet privado, ¿verdad? Mientras, al pobre y poco agraciado le toca ser el villano baboso con cara de acosador de telenovela.
-Los del título nobiliario: En el romance histórico, los protagonistas son duques, marqueses, condes o vizcondes, siempre con un castillo y un ego más grande que la Gran Muralla. Rara vez ves a un hermano segundón o un vicario humilde, y si aparece, es porque heredó una fortuna de algún tío lejano. Porque, claro, a las mujeres solo nos importan los lores con carruajes de lujo y una cara que parece tallada por Miguel Ángel. ¿Un burgués? ¿Un chico de clase media? ¡Jamás! Las autoras insisten en que “los lores apuestos no abundan”, pero luego nos dan el mismo galán de manual. ¿No se cansan? Yo sí.
-Los obscenamente ricos: En estas novelas, un hombre con un sueldo promedio es tan raro como un unicornio. Las mujeres, según las autoras, solo soñamos con millonarios que nos llenen de diamantes, esmeraldas y zafiros que no nos caben ni en los dedos. ¿Compañía? ¿Cariño? ¿Construir algo juntos? Nah, eso no vende. Queremos un sugar daddy que pague la cuenta sin pestañear y nos dé una tarjeta sin límite. ¿En serio? Si fuera tan fácil, no estaríamos peleando por el último café en la oficina.
-Los del físico imposible: Hombres guapos hay en la vida real, claro. Los vemos en el gym, en la tele o en TikTok haciendo bailes ridículos. Pero en las novelas, todos parecen sacados de un sueño febril. Si el galán tiene ocho hermanos, los ocho son esculturas griegas. Si tiene 20 amigos, todos están más buenos que el pan recién horneado. Altos, musculosos, con un olor a menta y jazmín que no sé de dónde sacan. ¿Qué tienen, un huerto de hierbas en las axilas? Porque el sudor normal no huele a spa. Y si son flacos, son “fibrosos”. Ni un defecto, ni una panza cervecera. Imposible.
-Los transformados por el rayo idiotizador-romantizador: Este cliché me da dolor de cabeza. Nueve de cada diez galanes son pícaros, mujeriegos, bebedores y jugadores, pero ¡pum!, conocen a la protagonista y se convierten en santos. Adiós al whisky, adiós a los clubes, adiós a mirar a otra mujer. Quedan ciegos, sordos y, a veces, un poco tontos por amor. ¿En serio? En la vida real, ese “rayo del amor” no existe, y muchas se han quedado esperando a que su pareja deje de ser un desastre. Este cuento es más falso que un billete de tres pesos.
-Los de la mirada venenosa: Ustedes saben de qué hablo. Esos galanes con mirada de “quién es ese hombre que me mira y me desnuda” (sí, la canción de pasión de gavilanes me persigue). Con las mujeres, son depredadores; con los hombres, fulminan salones enteros con una ceja levantada. Una autora tuvo el descaro de escribir que esa mirada “haría temblar a los soldados más experimentados”. ¿Perdón? Si alguien me mira así, pido un exorcista, no un anillo. Exagerado no, lo siguiente.
-Los fantásticamente dotados: No hace falta presentación. Estos sementales tienen un “equipamiento” que parece arma de destrucción masiva. En 20 segundos, todas las protagonistas están en las nubes. Y, según las autoras, todos miden entre 20 y 25 cm, como si fuera el estándar en la ferretería. Encuestas reales dicen que el promedio está muuucho más abajo. Así que, señoras, los galanes tamaño plátano son tan raros como un día sin tráfico.
Un llamado a la revolución romántica
La lectura es nuestro refugio, nuestro spa mental, nuestro momento para desconectar del jefe, las cuentas y el caos. Pero, amigas, ¿no están hartas de los mismos patrones? Los mismos galanes perfectos, las mismas protagonistas de pasarela. Queremos historias que nos sorprendan: un protagonista que sea un oficinista común, una heroína que no sea modelo de Victoria’s Secret, una trama que no dependa de un castillo o una cuenta bancaria. ¡Autoras, dennos variedad, que no mordemos (bueno, a veces sí)!
Nota:
Estoy planeando un post con novelas que rompen estos moldes y nos dan personajes de carne y hueso. Si conocen alguna joya donde los clichés se vayan por la ventana, déjenme el título en los comentarios. Y, díganme, ¿cuál de estos clichés las tiene más agotadas? ¿El millonario de mirada venenosa o el gánster que necesita terapia? Vamos a charlar, que aquí entre nosotras no hay filtros
Sacrilegio. Escupí el refresco (NECESITO EMOTICÓN AQUÍ!).
ResponderBorrarMiranda
jajaj Miranda, andabas cerca amiga?
BorrarContigo hemos tocado estos temas ya varias veces, pero es que ya basta! necesito nuevos aires.
Arma de supervivencia LOL.
BorrarDejé de beber hasta terminar de leer el post, por suerte.
Estoy literalmente llorando de tanto reír.
Miranda
jaja la envidia de los hombres y el deseo de nosotras.
BorrarEstoy segura que hay mas Miranda. Solo que me duele la cabeza de tratar de pensar en otro.
Mis favoritos son los del titulo nobiliario - secretamente siento que soy una Duquesa- estoy segura que en otra vida pude ser una kate Middleton.
Mis menos favoritos son los ganster.
Mis favoritos son los pícaros (pero con conciencia) reformados.
BorrarSebastián St Vincent encabeza esa lista. El Vizconde de Turner de los Diarios Secretos de la Señorita Miranda Cheever y Benedict Bridgerton podrían incluirse en esta lista? Si, claro, pero los amo tal cual son.
Un protagonista fuera del molde me parece que es uno de los Colin(s): el del Bosque de Laurel.
No esoty segura. Voy a volver a leer el libro. Xq además se que es uno de los que tengo en la cima de mejores que he leído. O al menos de los que más me gustaron, para ser más objetiva.
Aunque es verdad que (casi?) ninguno escapa al esteriotipo de rico, acaudalado o con un posterior golpe de suerte que le trae gran fortuna.
Miranda
Yo soy más una Meghan.
BorrarAdemás amo a Harry como si fuera de la familia... no se xq, pero es desde siempre.
Si recuerdo tu pasión por el bosque de Laurel, una novela bonita y conmovedora. tengo que releerla igual, tengo muchas lagunas
BorrarHola mis estimadas
ResponderBorrarLe dejo este post escrito en uno de mis noches donde el sueño se me escapaba, y como no encuentro mejor cura que empezar a divagar, acá tenemos otros de esos temas que me aparecen de repente.
Anteriormente había escrito el post con lo fabulosos estereotipos de protagonistas femeninas en las novelas, ahora le toca el turno a los caballeros, los cuales no se quedan tampoco atrás.
Muchas de las escritoras de novela romántica, tienen miedo de ser creativas y arriesgarse a mostrarnos algo nuevo en cuanto a carácter y apariencia de los personajes masculinos.
Entiendo que puede ser difícil arriesgar cuando con la antigua formula es evidente que se es rentable, pero pido mas variedad en el genero.
Lo he venido diciendo en otros en otros post https://comenzoconunbeso.blogspot.com/2022/02/la-chispa-del-romance-historico-se-opaca.html
https://comenzoconunbeso.blogspot.com/2021/12/topicos-femeninos-en-la-literatura.html
Menos mal que yo no estaba tomando nada cuando leí el post 😂🤣, estoy de acuerdo contigo 100%, parece que esos hombres sólo los dejan para las novelas, en la vida real aún no han creado el molde perfecto, jjj. Pobre de nosotras que vivimos en el mundo real 😢. Yo ya acepté hace tiempo que el hombre perfecto solo lo encuentras en la literatura. Creo que de todo lo que he leído, lo más cercano a la imperfección que han estado es que no son Adonis, pero tienen algo que les da atractivo y atrapa 🤷🏼♀️. Ojalá y alguna escritora se animara a cambiar los estereotipos
ResponderBorrarExacto pero sabes algo? creo que las que vivimos en la fantasia somos nosotras de tanto leer a estos seres perfectos en cada novela y tenemos las expectativas por las nubes.
BorrarTotalmente de acuerdo, siempre ando leyendo las sipnosis y cuando encuentro novelas que tienen un concepto diferente las leo, aunque algunas me han decepcionado 🫤
ResponderBorrarLa verdad es que en la variedad esta el disfrute
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